LA FAMILIA ITALIANA QUE COCINA PARA PORTEÑOS Y EL TURISMO Fundada en 1985 por la familia Trío, este restaurante de cocina italiana es un clásico que se reinventa y presenta sus mejores platos de verano en esta temporada.

Hace casi 40 años que Broccolino rinde homenaje a los italianos que se instalaron en Brooklyn, Nueva York, tras las primeras olas migratorias. Es un clásico ristorante en el que los mozos tienen décadas trabajando para la familia, los turistas hacen cola en la puerta a todas horas y las pastas y los panes salen de los hornos de la cocina. 

Pero claro que en estos días de un Buenos Aires veraniego, también ofrece platos livianos con salmón, verdes, buenos quesos y aires mediterráneos. 

Broccolino abrió sus puertas por primera vez en febrero de 1985, de la mano de su alma mater, Luciana Trío, quien llegó a la Argentina a mediados de la década del 50 junto a su hermano Antonio y su madre Irene, y heredó de su nonna, de la Toscana italiana, la pasión por la gastronomía. 

La bisabuela de Alejandro Ballabeni, hijo de Luciana y quien maneja hace muchos años el lugar,  tenía un pequeño lugar en la década del 30 justo frente a la base militar y su mamá le encantaba ir al restaurante y aprender cada detalle de la cocina. 

Con los años, Brocco, como le dicen sus clientes, construyó una comunidad. Desde la visita “incógnita” de Anthony Quinn en 1991, hasta la convocatoria para ser los cocineros de los Rolling Stones, el restaurante supo ser centro de encuentro de deportistas, políticos y otras celebridades. Pero también, de la gente de la zona de las oficinas, los turistas que vienen principalmente desde Brasil o los que buscan un plato en especial y lo repiten siempre. 

Las pastas que ganaron terreno 

Broccolino comenzó siendo una pizzería, con un horno tradicional donde aun hoy se hace el pan, y una cocina chica en la que Luciana todos los días, además de las pizzas, preparaba algún plato. Un día salían de ese lugar unos sorrentinos, otros una saltimboca o un pollo al ajillo. Los comensales comenzaron a dejar de lado la pizza, tentados por los aromas y la pinta que tenían esos platos. 

Así, de a poco a poco, fueron ampliando el menú y sumando platos, que hoy son emblemáticos para el lugar. Las pastas son las estrellas. Es difícil no tentarse con una pasta rellena como los ravioles de ciervo con salsa Alfredo que trae hongos y pesto. Muchos eligen los clásicos Tagliatelle profumo di mare o alla puttanesca para quien quiere un poco de picante, y para aquellos a los que les gusta compartir, hay una selección de pastas que trae cuatro variedades con 4 salsas a elección.

Y en este verano, ganan terreno platos más livianos, aunque muchos de sus clientes habituales entran y van directo a las pastas. Para los días de más calor, preparan el carpaccio de lomo con la carne bien finita, limón y el mejor oliva italiano; la ensalada de salmón ahumado con verdes y endibias o la Paesana, con queso gouda, pollo y rúcula. Y para los que no quieren privarse de unos ricos spaghetti, los hacen más livianos, con mozzarella, tomates cherry y albahaca.

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